Janet Maro y la lucha por la agricultura sostenible en África

foto Janet Maro

La población mundial rebasará la cifra de los ocho mil millones de personas en 2030 según predicciones de la ONU. De qué forma utilizar los recursos de un planeta cada vez más dañado por los excesos de la civilización para incrementar la producción es una cuestión a la que vienen intentando dar respuesta durante los últimos años académicos e investigadores de todo el mundo. Por el momento, de acuerdo con el último informe de la FAO hemos sabido que en la actualidad hay suficiente comida para todos (2.800 kcal por persona al día). El problema es que está mal repartida, pues mientras 842 millones de personas pasan hambre, 1.500 millones sufren de sobrepeso u obesidad.

África es precisamente uno de los continentes donde sus habitantes salen peor parados en este desigual reparto de calorías. Asia tiene el mayor número de personas hambrientas, por encima de los 500 millones, pero África Subsahariana gana por porcentajecon un 24,8 por ciento de sus habitantes sufriendo hambre o malnutrición. Y es precisamente en este continente donde el debate sobre cuál es el camino para acabar con la escasez de alimentos por falta de recursos está adquiriendo cierta visibilidad tras la puesta en marcha del polémico programa Nueva Alianza para la Seguridad Alimentaria y la Nutrición, financiado por naciones el G8 y aplicado en diez países de la región: Benín, Burkina Faso, Costa de Marfil, Etiopía, Ghana, Malawi, Mozambique, Nigeria, Senegal y Tanzania.

Presentado en la cumbre del G8 de 2012 con la promesa de sacar de la pobreza a 50 millones de personas en los próximos diez años por medio del aumento de la inversión privada en la agricultura, se enfrenta a la oposición de buena parte de la sociedad civil africana y en especial de los pequeños agricultores, al considerar que las inversiones que promete perjudicarán sus medios de vida como consecuencia, entre otros, de los acaparamientos de tierra o de agua por parte de grandes empresas multinacionales.

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