A menos de seis meses de que los escoceses decidan su futuro en las urnas todo el mundo parece tener clara una sola cosa: abandonar el Reino Unido después de 300 años de historia compartidaimplica un grado de incertidumbre considerable. Qué pasará con la libra, la Unión Europea, las pensiones, las políticas migratorias o el petróleo en caso de que gane el “sí” el próximo 18 de septiembre siguen siendo preguntas a las que nadie ofrece una respuesta irrefutable.
Por el momento casi todo son hipótesis y supuestos que habría que empezar a negociar a posteriori. Por eso, frente a la promesa de una futura Escocia “más democrática, próspera e igualitaria” (pero incierta) de los independentistas, se presenta la seguridad de los unionistas, sazonada en los últimos meses con jugosas propuestas de mayor autonomía.
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